Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1881-1882 (Cortes de 1881 a 1884)
Sesión: 7 de junio de 1882
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 146, 4096-4097
Tema: Base 5ª Arancelaria

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Voy a ver si hago desaparecer los temores que abriga mi distinguido amigo el Sr. Moret, temores que nacen de no aceptar el Gobierno qué es la idea de la reciprocidad. Porque realmente, Sres. Diputados, hay tres criterios para resolver la cuestión arancelaria: el que se llama de libre-cambio, el que quiere aplicar el Sr. Moret, es decir, que lleguemos inmediatamente a los derechos fiscales; que no se proteja en poco ni en mucho la industria nacional, y que las ventajas que para los demás resulten de llegar a los derechos fiscales, se las demos a las Naciones, nos concedan algo o nos concedan nada, que se las demos de balde. Este es su sistema, que ahora no discuto.

Hay otro criterio, el de los que se llaman proteccionistas, que dicen: establezcamos los derechos de aduanas de tal suerte que se haga imposible la competencia a la industria nacional. Este no es otro sistema en contraposición al del Sr. Moret, que no discuto tampoco en este momento.

Pero hay un tercer criterio, y es, no aferrarse ni al primero ni al segundo; ni al del Sr. Moret ni al de los proteccionistas; sino dar a las Naciones lo que las Naciones nos den: ese sistema de la reciprocidad, que es el más admitido en todas partes, porque no conozco Nación alguna que haga rebajas a las demás sin encontrar en cambio compensación; y este es el sistema que ha aceptado el Gobierno de S. M. (El Sr. Moret: Inglaterra.)

Pues qué, ¿no nos pide Inglaterra el trato de la Nación más favorecida? Y si allí existe ese libre cambio, ¿por qué no pueden entrar nuestros vinos? Porque no nos los dejan llevar. ¿Y sabe S. S. por qué? Porque los ingleses quieren que nosotros dejemos entrar sus tejidos y sus hilados. Y ahí verá S. S. cómo esa misma Nación que pone como ejemplo, sigue el mismo sistema que el Gobierno español, y que consiste en dar a cada país lo que él no dé a nosotros; porque no debemos dar de balde nada, toda vez que la experiencia nos enseña que no se correspondió como era debido a la reforma que hicimos en 1869.

Hay, pues, que seguir este sistema, por muy halagüeñas que sean las teorías de S. S., que también para mí son halagüeñas como hombre de estudio, y he pertenecido a la escuela libre-cambista; pero conozco en Europa muchos hombres de gobierno que cuando han escrito o cuando han discutido en una sociedad libre-cambista han propuesto las fórmulas científicas en absoluto, pero que luego, cuando llegan al gobierno no las suelen aplicar, porque la aplicación de las deducciones científicas a la gobernación de los pueblos es una de las cosas más difíciles para todo hombre de Estado. La política es muy compleja y no se puede someter por completo a fórmulas científicas absolutas.

Pues bien; el Gobierno español ha aceptado el criterio de la reciprocidad, y con este criterio de la reciprocidad resulta lo siguiente: que la primera rebaja, aún ésta que empezará a regir en 1º de Agosto, no se da a ninguna Nación sino a cambio de ciertas ventajas; es decir, que sirve como margen en el arancel para tratar con las demás Naciones, y ahí están las ventajas que podemos ofrecer a los demás países; porque debe saber S. S. que para Octubre están denunciados todos los tratados que España tiene con muchas Naciones, y si esas Naciones quieren tratar, saben que se les darán las ventajas de la primera rebaja. Vea, pues, S. S. cómo no es imposible hacer tratados, sino que, por el contrario, estamos en disposición de hacerlos con todo el mundo. ¿Dónde están las dificultades? Dice así el artículo 4º:

"Las reducciones de derechos que resulten de la primera de dichas tres rebajas que dispone esta ley sólo se aplicarán a las mercaderías que sean producto y procedan de las Naciones que tengan en vigor tratados de comercio con España. A las mercaderías que procedan de otras Naciones se les exigirán los derechos que el arancel vigente señala para las no convenidas, o los que en lo sucesivo se establezcan. "

Diferencia entre el Sr. Moret y nosotros: que S. S. quiere dar de balde a todas las Naciones las ventajas de la primera rebaja, y nosotros no queremos darlas sino a cambio de ventajas y compensaciones, y tenemos de margen para tratar con esas Naciones, cuyos tratados quedan denunciados para Octubre, la diferencia que hay entre el arancel general y esta primera rebaja.

Con la segunda rebaja sucede lo mismo: ha de ser consecuencia de una información, y si de esa información resulta que conviene hacerla, se hará, como se hace ahora la primera; pero tampoco se aplicará a ninguna Nación que no dé en cambio a España nuevas rebajas y nuevas compensaciones.

La cosa es clara. ¿Es que Francia y las demás Naciones tienen tratados hechos con España por espacio de diez años? Pues de ellas dependerá que quieran aprovecharse de las ventajas de la segunda rebaja, y si se aprovechan, España les pedirá compensaciones. ¿Se conforman con esto? Pues tendrán que denunciar sus tratados, y en lugar de durar diez años durarán sólo cinco. ¿Es dónde he dicho yo que en diez años no se puede tocar la base 5ª? Lo que no se puede hacer es ofrecer ventajas a otras Naciones si no obtenemos nosotros una compensación, porque en este punto está la diferencia entre el Sr. Moret, individuo de una escuela, y el Sr. Sagasta, individuo del Gobierno, y creo que si S. S. estuviera en este banco adoptaría las mismas doctrinas que yo, o por mejor decir, la misma conducta.

Nosotros vamos caminando al libre-cambio con prudencia. ¿Pero de qué modo? Haciendo que las demás Naciones que han de experimentar las ventajas de las rebajas sucesivas que se vayan haciendo, nos den en cambio otras ventajas.

Ni yo he hecho nada que desdiga del voto particular de los Sres. Torres y Rodrigañez, ni yo interpreto ese voto; no hago más que explicarlo. Digo que la pri- [4096] mera rebaja no se da más que a cambio de otras que nos hagan las demás Naciones; digo que la segunda rebaja, aun acordada por la información, no se aplicará a ninguna Nación que no nos dé nuevas ventajas; y digo que hechas las dos rebajas al cabo de los diez años, tampoco participarán de ellas las Naciones que no nos den otras rebajas y otras compensaciones.

Esto es lo que dice el voto particular; esto es lo que digo yo, y esto es lo que sostenemos todos.

Por lo demás, siento que el Sr. Moret, mi distinguido amigo, se separe en este momento de mí porque doy un paso atrás; otros amigos míos que estaban más cerca de mí se separan porque creen que doy un paso adelante. ¿Es que duda el Sr. Moret esto? ¿Pues por qué se ha separado de mí el Sr. Balaguer en esta ocasión? Porque cree que voy demasiado adelante en esta cuestión; y el Sr. Moret me abandona porque cree que voy demasiado atrás; y esto me hace a mí creer que voy ni demasiado atrás ni demasiado adelante, sino que me quedo donde debo estar como Gobierno, porque el Gobierno, al mismo tiempo que tiene presentes los ideales de la ciencia, no puede olvidar los intereses de la riqueza nacional, los intereses de España.

Y así es como se gobierna, sobre todo en cuestiones económicas; así es como se gobierna, Sr. Moret, y así es como ha gobernado S. S. cuando con mucha honra suya ha ocupado este banco; porque no otra cosa hizo S. S. que transigir con gran patriotismo y para honra suya, en todas las cuestiones que podían afectar más o menos directamente a los intereses de la Nación. ¿Qué hizo S. S. en la cuestión de la esclavitud? (El Sr. Moret: Una cosa de que me enorgullezco.) Pues era una transacción, una transacción de gran trascendencia, y sin embargo yo aplaudo a S. S. por lo que hizo, porque hacer otra cosa hubiera sido verdaderamente insensato.

Por consiguiente, no nos echemos en rostro ninguno de estos actos que se llevan a cabo por puro patriotismo y que no pueden menos de ejecutarse; ni tampoco ha debido el Sr. Moret echarme en rostro los votos que el Gobierno ha recibido esta tarde de los conservadores. El Gobierno quisiera recibir todos los días los votos de los conservadores y los votos de las fracciones más liberales de la Cámara; y unas veces recibe los votos de los liberales, y otras veces recibe los de los conservadores; pero más de una vez, Sr. Moret, si los conservadores han votado hoy con el Gobierno, más de una vez han votado con S. S. y con sus amigos. De manera que si es un cargo para el Gobierno que esta tarde hayan votado con él los conservadores, también debe constituir un cargo para el Sr. Moret el que tantas veces hayan votado con S. S.: el otro día, precisamente sobre el mismo asunto, votaron con S. S., y no se le ocurrió al Gobierno decir: vais en mala compañía.

¿A qué hacer esos argumentos? Yo respondo al señor Moret de que el Gobierno no ha de faltar a sus compromisos ni en las cuestiones económicas ni en ninguna otra. El Gobierno no tiene el compromiso absoluto y radical de ir al libre cambio; el compromiso que ha tenido es el de levantar la suspensión de la base 5ª, pero con el criterio de la reciprocidad, pero con el principio de la reciprocidad, pero con la idea de la reciprocidad. Y eso es lo que el Gobierno está practicando, hasta donde puede, conciliando todos los intereses, porque tratándose de intereses materiales, no hay cuestiones políticas, Sr. Moret; las cuestiones de intereses materiales son cuestiones complejas que dan lugar a muchos problemas.

Su señoría dice que el libre-cambio es más favorable a la industria que la protección, lo cual es posible; pero el caso es que la industria no lo cree así, ni lo cree así la agricultura, ni lo creen así las clases productoras en general de España, y hay que conciliar los ánimos, porque las reformas que se hacen, aunque sean beneficiosas, contra el gusto y la opinión de aquellos a quien afectan, suelen producir resultados no convenientes, muchas veces contrarios a lo que se deseaba conseguir; que nada es más funesto que ir en contra de la opinión.

Créame el Sr. Moret: no hay motivo para que S. S. se enoje con el Gobierno por esta cuestión, y yo espero que no le ha de dar el Gobierno motivo para que se enoje por otras. El tiempo será testigo, y verá S. S. que si bien con el pulso y con la prudencia que necesitan todas las reformas, lo mismo las económicas que las políticas, el Gobierno ha de marchar siempre adelante con aquella precaución que exigen los intereses del país, que al fin y al cabo ellos son los que pagan las precipitaciones y las impaciencias.

El Gobierno está dispuesto a marchar adelante sin detenerse un punto y sin cejar, en esta como en todas las cuestiones; pero también está resuelto a marchar sin pararse, pero asegurando siempre antes el paso anterior. (Muy bien.)

¡Ah señores! Es muy fácil hablar de reformas, lo mismo políticas que económicas; pero es muy difícil plantearlas de modo que arraiguen, y lo que el Gobierno desea es que reforma planteada sea reforma arraigada; el Gobierno quiere marchar adelante siempre, pero sin producir alarmas y sin infundir temores, porque yo tengo el propósito, que es el propósito del Gobierno, de demostrar ante la faz del mundo que los partidos liberales pueden gobernar en España sin alarma, sin trastornos, sin temores y sin perturbaciones. (Muy bien.) [4097]



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